Autor: Houellebecq, Michel
Sinopsis breve: Jed Martin, un artista parisino. Pintor y fotógrafo de cosas cotidianas. En esta novela conoceremos cómo llegó a ser artista; cómo conoció el éxito profesional a través de mapas de carreteras y cómo le llegó el reconocimiento internacional a través de sus pinturas sobre profesiones; conoceremos de su relación familiar, de sus amores, de su papel en un caso de asesinato... Hasta que llega su final, en la soledad de una inmensa finca donde dará rienda suelta a su última inquietud: la fotografía en movimiento.
Puntuación: 7,5/10
Opinión: En la Feria del Libro de Madrid de 2014 estaba con ganas de que alguien me recomendara una novela de Paul Auster, pues la última que me había leído de este autor (Invisible) no me había dejado muy buen sabor de boca. Así que una de mis primeras paradas fue la caseta de la editorial Anagrama, donde me llevé una pequeña decepción: al ser tiempo de feria sólo tenían lo más "vendible" de cada autor y, en mi caso con Auster, ya había leído lo que tenían allí; de modo que pregunté por otro novelista y me sacaron este libro.
Ésta es la historia de cómo llegó a mis manos la primera novela que leo de Houellebecq y tengo que decir que me ha gustado mucho. Si uno se queda en la sinopsis puede que la novela se quede en el estante de los "futuribles", porque parece que es simplememte una historia más; y, en realidad, así es: trata sobre la vida de un señor que se hace famoso a través del arte. Pero Houellebecq escribe de esa forma que convierte lo cotidiano en especial, lo rutinario en importante, consiguiendo dar a la obra un matiz vital que hace que congenies muy bien con los personajes, sobre todo con el protagonista. Es una novela en que todo está muy bien orquestado y donde no desentona ninguno de los actores ni cómo se suman y apartan de este concierto que es "El mapa y el territorio", donde el instrumento principal, Jed Martin, brilla con luz propia.
Resumiendo: la
historia, los personajes, la ambientación... es un libro muy bueno. En
particular me ha cautivado el aura de fatalidad que tienen sus páginas: se
intuye durante toda lectura que no va a terminar con un "y fueron
felices para siempre"; sin embargo, no puede decirse que sea un libro
triste, más bien es realista en el sentido de que el progagonista ha
elegido su forma de vivir y está a gusto con su elección. Llena de disquisiciones metafísicas indirectas, resulta una novela muy
recomendable, que me anima a leer más de este autor.